
LA MANCARITA
Néstor Gutierrez




El relato de La Mancarita se parece al lugar donde surgió. Su aspecto es el que toman las palabras cuando vuelven a ser oídas, ya sea porque rebotan en la montaña y se transforman en eco, o porque quien las oye las transforma en mito. En parte el sonido del monte es su causa; en ocasiones parece un lamento, un grito continuo interrumpido por perros que ladran. Perderse es fácil cuando por entre las matas se oye un llanto. Algunos jamás vuelven, en su mayoría hombres, confundidos en el monte al oírla quedan atrapados entre palos y hojarasca. A veces en cambio, son mujeres quienes la escuchan, entonces desconfían y murmuran. La envidia es su otra causa. Condenada por chismosa la manca Rita fue desterrada.
Quienes vuelven cuentan que espanta, que tiene un solo seno y greñas tan largas como las ramas. Como se parecen los lugares, las cosas y las palabras entre sí, La Mancarita se parece al paisaje andino; a la curvatura de una hoja y a la de una rama, al color del aguardiente de mora y a la línea que se enreda en la pintura. Aquí el relato y las imágenes tienen en común la forma en que mutuamente se adaptan; desde la superficie verbal hasta la visión que se encuentra tras ella, desde la proposición hasta la imagen en el espacio lógico que le da sentido, desde la recitación lineal del texto a las formas que controlan su orden. 1 Desde la apariencia del mito hasta la superficie de las pinturas y de allí hasta el lugar que las cosas ocupan. En esta exposición la Mancarita se aparece a través de ecos visuales y verbales.
La Mancarita aparece en la voz de aquella mujer que comparte con su nieto la historia que la cordillera compartió con ella. Volver, estar de vuelta, devolverse, ir de nuevo. Hace rato una mujer escribió que la pintura se vincula con otras artesanías hermanas. Las fachadas de las casas en Boyacá, el cuerpo esquemático de una rana Muisca y el aguardiente de mora comparten una tecnología similar de visualización, tecnología entendida no sólo como un modo de hacer, sino de pensar, comprender y operar. En esta exposición las fibras comunes de la cultura visual y verbal se tensan, se entrecruzan y vuelven a tensarse hasta anudarse sobre sí mismas. No sólo como un modo de aparecer, también de hacer y de pintar.
Isabel Cristina Díaz
Bogotá, octubre 19 de 2020.
Inaguración: 19 de Octubre de 2020



